Pensares




                                                                             Pensares.

Una suave brisa galopa por mi cuerpo gélido. 
Cientos de preguntas sin respuestas es lo que mi alma cosecha 
en el silencio. Y mientras la realidad golpea sin parar, 
mi espíritu confuso me abandona,
 dejándome transitando sobre un camino inerte absolutamente solo. Puedo gemir en el dolor que me acecha, 
pero nada es congruente. 
Solo esa triste melancolía que ocupa todo mi ser,
 sofocándome en el arrullo de un sueño moribundo. 
Y la ansiedad de no encontrar razones
 en medio de tanta lógica mal trecha 
que me atrapa en las garras sin cura. 
Me arrodillo frente a la confusa mente que tengo 
y busco un poco de comprensión, 
pero nada me quita ese vacío dentro de mí.
 Entonces tomo la cuerda de mi estropeada cometa 
y corro entre sombras para hacerla volar lo más alto que puedo, porque no quiero ver el mundo obstinado en destruirme.
 Tocar el cielo gris en lo alto, 
naufragar en sus nubes temblorosas y salpicarme de locura, 
es lo que hago mejor. 
Las voces que escucho me dicen que salte al precipicio 
y las imágenes que aparecen frente a mí, 
solo intentan empujarme al abismo. 
Tengo miedo de morir,
 pero tengo terror de vivir. 
Y esa discrepancia me mantiene atormentado en un mundo abandonado, sin amor y que oprime mi cerebro, aplastando cada pensamiento hasta hacerlo polvo en el viento.
¿Habrá salida de todo esto? 
¿Acaso podre seguir vivo después de morir tantas veces?
Como quisiera que entendieran la sustancia del vacío. 
Como quisiera que sepan,
 lo duro que es estar y permanecer en la vida. 
Parado bajo una lluvia ácida, 
desperezándome en las sombras de mi pasado.
Es como morir en el paraíso. 
Desaparecer entre miles de personas que apenas saben que existo.
Alguien me dice que no mire hacia atrás. 
Que me aferre a lo que tengo.
 Pero ¿qué es eso que tengo? 
Porque yo no lo sé.
 Y la muerte es la única figura que reconozco en la oscuridad,
 con su espada filosa y sus dientes sonrientes, 
porque sabe que no puedo ver nada más, 
en la distancia.
Algún día voy a ser un recuerdo triste, lo sé.
 Una foto en un cuadrito, sobre el viejo hogar a leña.
 Un cuento que alguien más escribió pensando en mí. 
Una sombra que se desvanece en el día y que al llegar la noche, desaparece en el olvido para siempre.
Estoy condenado a este cuerpo enfermo.
 Estoy encerrado en esta mente de locos, 
que olvida y que cuando recuerda, 
se desploma como un castillo de naipes.
 Pero sigo aquí, parado bajo estrellas que no logro ver. 
Sentado en las vías de un tren que ya dejó de pasar.
 Y mientras la luz brilla en la distancia, 
mis ojos solo perciben su resplandor apagado y tenebroso. 

Hubiera querido que la realidad fuera otra. 
Que el mundo conozca lo que escribo.
 Que alguien comprenda mi llanto. 
Que los abrazos fueran ciertos,
 físicos, en la mirada y el calor del cuerpo contra el cuerpo,
 porque quiero llorar en los brazos de los que me aprecian. 
pero la realidad está muy lejos de la verdad. 
Y lo que quiero, no tiene sentido. Es solo el capricho de un loco, que perdió su capacidad de pensar, de soñar con claridad, esperando ser alguien 
que no logro alcanzar en ninguna de mis plegarias. 
Ocultándome, como un pequeño caracol, que transita en una peatonal de personas apuradas por llegar.
 Seguramente encontraré el silencio mucho antes que todos.
 Y entonces, pueda volver al pasado, a ver a aquellos que amo, volver a nacer. 
Esta vez voy a hacer todo bien. Esta vez voy a caminar junto a ellos, temblando como una hoja en sus pensares. Inventando un nuevo mundo para que sean felices. 
Dibujando sonrisas todo el tiempo. Aprendiendo a ser mejor hombre. 
Mejor padre. Mejor ser humano.
Y el abrazo largo, infinito, que jamás termina, 
ese va a ser mi objetivo, 
porque ansío llorar de felicidad, 
solo una vez en mi vida,
 sin miedo al olvido, sin temor a estar solo.
Cuando eso pase, si algún día pasara, voy a volver a ver al cielo, con los pies en la tierra y a decir gracias a aquel personaje, que dejó de escucharme hace mucho y que hoy, ni sabe que existo.
Pero solo son pensares. 
Pensares de un loco, que no sabe lo que hace y nunca lo sabrá.

                                                                                  Luis Sadra.

Comentarios

  1. "Como quisiera que entendieran la sustancia del vacío.
    Como quisiera que sepan,
    lo duro que es estar y permanecer en la vida."
    Palabras muy duras, salidas de una alma que sufre, de un pensamiento vivo, de la conciencia plena del dolor. Sobrecogedora descripción literaria, tan bien lograda. Un abrazo, amigo, y mucha fuerza.

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