El Mago

 


                                                                         El Mago.

El gran teatro Colón es un emblemático teatro de ópera de la ciudad de Buenos Aires. Por su tamaño, acústica y trayectoria está considerado uno de los cinco mejores del mundo. Esa noche, el gran mago inglés Rogger, hacía su despedida de la ciudad con un espectáculo que dejó impresionados a todos.

El edificio estaba completo. Las entradas agotadas para lo que sería una función inolvidable. Cerrando ya lo que era su quinta salida a escena, Rogger se tomó unos minutos para preparar lo que sería su despedida, con un truco que sorprendería a todos.

La salida se demoró unos minutos más. El público aplaudía para que Rogger hiciera su aparición en el escenario. Pero Rogger aún no salía de su camerino. El asistente le gritó en la entrada que solo se demorara un par de minutos más. El contestó que solo dos minutos.

Cuando este salió de su camerino, no lucía del todo bien. Su rostro parecía desgastado y sofocado. Había una mirada muy vaga en sus ojos llorosos. El representante de Rogger le preguntó si quería suspender, porque no lo veía bien. Pero Rogger dijo que no. Que solo le diera un minuto más.

Entonces se paró frente al ascensor que lo elevaría hasta el escenario, haciendo su última entrada. Cuando reapareció en el teatro, el público lo ovacionaba de pie. Era impresionante lo que este ilusionista hacía y la gente le agradecía por su majestuosa presentación.

Entraron cuatro asistentes con una plataforma rodante con una misteriosa caja de madera. El mago comenzó a desatar cada traba de la caja y estas fueron cayendo al suelo dejando ver un enorme cocodrilo enjaulado dentro.

Rogger fue atado de manos y pies y un arnés especial lo elevó del suelo, sujetado por los tobillos y lo introdujo de cabeza en la jaula, a unos centímetros del cocodrilo.

Las personas permanecían en silencio, pero era casi imposible no hacer un suspiro mirando aquella proeza.

El mago tomó un cuchillo de entre sus ropas y comenzó a cortar la soga de sus manos. Luego de que se soltara, el cocodrilo lanzaba tarascones hacía su cabeza, que se bamboleaba de un lado a otro esquivando la boca del animal.

Entonces Rogger trepó con sus manos, tomándose de sus piernas y comenzó a cortar la soga que lo sostenía del techo. Esto haría que el mago cayera dentro de la jaula, sin ninguna protección, sobre el cocodrilo que realmente quería devorarlo. Mientras cortaba aquella soga, los asistentes empezaron a subir una cortina cubriendo la jaula por completo. Las luces del teatro bajaron y dejaron solo entre ver solo la silueta del mago cayendo dentro de la jaula encima de aquella bestia que parecía estar devorándolo sin piedad.

Todos gritaron y se impresionaron mucho con esto. Algunos hasta llegaron a salir del auditorio, pensando que el mago había sido devorado por el cocodrilo.

De pronto, la luz se apagó unos segundos, y el suspenso mantenía a la multitud tensionada. Cuando se volvieron a encender las luces del teatro, allí estaba él. Parado solo en la jaula, sano y salvo. El cocodrilo ya no estaba y el cuchillo, estaba clavado en el suelo de la jaula. Solo la soga que colgaba de la propia arquitectura del teatro y un mago que levantaba sus manos dando por finalizada la exhibición.

La gente comenzó a ovacionar enloquecida y el aplauso duró casi unos cinco minutos.

Rogger pidió unos segundos para hablar. Alguien le alcanzó un micrófono y cuando todos hicieron silencio, el mago les habló:

¿Qué sería de mí sin ustedes?

¿Qué sería el amor sin alguien a quien amar?

¿Qué sería la vida, sin la muerte?

Algunas cosas se entrelazan por que así debe ser. Otras, solo mantienen su distancia como dos líneas que corren paralelas. Sin tocarse, pero dependiendo una de la otra. La realidad y la ilusión, de la mano de quien les habla, a veces suelen compartir un mismo espacio, pero son solo líneas paralelas. Cuando la función termina, también termina la ilusión dejando la realidad intacta y a la ilusión corriendo en su dimensión paralela. Esa magia que por un instante, nos dejó observar aquello que no vemos todos los días.

Hay acontecimientos que ocurren en el tiempo. Sucesos imprevistos que alteran el curso de las cosas. Aquello que soñamos. Los proyectos que teníamos.

Hoy han sucedido esos cambios. Hoy un destino fue alterado. Como una paloma dentro de una jaula que desaparece al quitar el pañuelo que la envuelve. Voy a hacer un último truco, para mostrar lo conmovido que está mi corazón. Voy a mostrarles cómo usar una pequeña puerta en un cuarto absolutamente sellado. Voy a dejar que miren, a través de la mirilla de una pequeña cerradura, lo que pasa detrás de la cortina, cuando la realidad y la ilusión se entretejen.

Imaginen un mago. Atrapado en una habitación absolutamente sin puertas, ni ventanas. El suelo, el techo y cuatro muros de un autentico concreto que se van a ir ajustando, hasta que ya no quede espacio para que quepa un simple alfiler. Les mostraré como se escapa de esa situación. Muchas gracias por estar aquí esta noche, fueron un público extraordinario.

Y la gente se puso de pie mientras el mánager del mago intentaba descifrar que le pasaba a Rogger.

Entonces, el asistente dijo:

-Esto no está en el ensayo, así que solo hagan lo que Rogger les indique y dejen que él lo maneje.-

Y Rogger pidió que levantaran la cortina para cubrir la jaula donde él estaba parado. Mientras la cortina subía lentamente, Rogger se paró frente a su público y se inclinó para agasajarlos con un saludo muy ingles y protocolar.

Entonces, cuando la tela finalmente quedó cubriendo totalmente al mago, las luces bajaron y un reflector apuntaba a la jaula cubierta. No se podía ver siquiera una silueta. La música se detuvo y solo se sentía un redoble de tambor, para agregar suspenso a este final de película del mago Rogger.

Cuando el redoble acabó y las cortinas cayeron, el público irrumpió con un aplauso cerrado. Pero que poco a poco fue tornándose en gritos de desesperación.

Rogger había pasado la cuerda que colgaba del techo por su cuello y se había horcado intencionalmente frente al público, que tardó en darse cuenta de la tragedia que estaban presenciando.

Rogger, el mago, está muerto.

Se quitó la vida en lo que era su último acto en el mismísimo teatro Colón de Buenos Aires.

El telón se cerró bruscamente y la gente abandonó rápidamente la sala. Los asistentes lo bajaron e intentaron revivirlo, pero fue imposible. Había cometido suicidio en el escenario. Fue realmente muy triste. Los noticiarios hablaban del último acto de Rogger. Algunos especulaban que era un truco que había salido mal. Incluso se llegó a pensar que solo fingió su muerte para después aparecer vivo en su país natal, pero no. El cuerpo de Rogger fue trasladado de inmediato a la morgue Judicial y no fue tocado por nadie más que los peritos forenses que solo constataron su deceso una hora más tarde. Asfixia por ahorcamiento.

El productor y manager del mago intentó contactar a la familia de Rogger, entonces se supo la verdad.

Cinco minutos antes de entrar a hacer su último acto, Rogger recibió una llamada a su celular personal. Era su madre, desde Londres, diciéndole que Leslie su mujer, Avié, la hija mayor de 16 años, Deán y David, los gemelos de 6 meses, habían fallecido en un accidente de tránsito, en las afueras de Londres.



La vida muchas veces significa todo y otras veces, no significa absolutamente nada. La muerte no es un acto de escapatoria, donde luego el mago reaparece de ningún lado. Solo es una puerta más, que muchos encontramos y accedemos a atravesar para alejarnos del vacío. Como una paloma que desaparece dentro de su jaula, cubierta por un pañuelo de seda. Ella solo está allí para ahogar definitivamente un pensamiento que nos cortan, como pedazos de vidrio dentro de la mente.

La muerte es una puerta invisible, y mientras más lo pensemos, más rápido la hallaremos.


                                                                              FIN.

                                                                                                        © Por: LUIS SADRA

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